Es la lágrima. Es el grito, que sigue manchando esta hermosa geografía.
Un país lo hacen sus gentes. Y algunas gentes (humildes para mas señas) desde una situación humilde, soñaron con una vida mejor, Y alguien (unos cuantos: demasiados) se empeñaron en que las leyes las hacían y aplicaban ellos... por la fuerza de la fuerza que no por la fuerza de la razón.
Hace muchos años que yo, leería errores y horrores que no podía creer, Mucho antes me dejaría convencer, por quienes aún tratan de no llamar crímenes contra la humanidad, a los que si lo fueron. Y de esto, cualquiera que haya leído, a personas que nada tuvieron que ver sobre el horror, fuera de nuestras fronteras, enviados de guerra que vivieron los hechos; ahí está su testimonio.
Murieron muchos inocentes (voy a decir, de un lado y de otro) inocentes, que tenían un pensamiento determinado, y que molestaba a quienes siempre tuvieron privilegios, viviendo a lo grande, mientras dejaban para otros las migajas.
Otros (de un lado o de el otro) no entendían ni porque estaban alli, y no en la mina, fábrica o al lado del arado, que a fin de cuentas es lo que levanta un pueblo: el sudor, y no la sangre. sangre que muchos años después, aun se discute, quienes tenían razón: desde luego no quienes se levantaron en armas, contra la voluntad popular. veamos caso Pinochet, o Videla u otros levantamientos de otros signos.
Las tumbas inocentes, acusan. Las tumbas lloran, y mas aún porque han sido abandonadas en cualquier parte.
Yo no tengo ningún muerto, pero, si dije y repito, que los fusiles no han acabado nunca con los gritos de: LLIBERTAD.
Amigo mío, se que mis palabras no van a arreglar nada, pero así me lo pide mi conciencia. También siento los muertos inocentes del otro lado, pues también los hubo, porque el hombre engaña, el hombre convence, Y, porque (también hay que decirlo) quemar templos fue un error así como fusilar a curas, que no olvidemos, Franco también fusilaría, a quienes no le obedecieron´.
Esta es la historia y no valen rodeos Pagamos todos la locura de muchos, que no querían perde sus privilegios, no siempre bien ganados.
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