ANIMALES DEL QUIJOTE
Aun estando sentado a la sombra de un olivo, este galgo, escuálido en carnes, dejaba fuera de sus fauces una larga lengua mientras contemplaba el camino que al lado suyo pasaba.
¡Tacatá, tacatá, tacatá.!
El galgo, levantándose, vio sorprendido como por el camino se acercaba un caballo al galope, extrañándose aún más, al comprobar que las bridas las llevaba sueltas, arrastrando, y la montura desvencijada hacia un lado.
A consecuencia de ir sueltas las bridas y pisarlas ... (ver texto completo)
Aun estando sentado a la sombra de un olivo, este galgo, escuálido en carnes, dejaba fuera de sus fauces una larga lengua mientras contemplaba el camino que al lado suyo pasaba.
¡Tacatá, tacatá, tacatá.!
El galgo, levantándose, vio sorprendido como por el camino se acercaba un caballo al galope, extrañándose aún más, al comprobar que las bridas las llevaba sueltas, arrastrando, y la montura desvencijada hacia un lado.
A consecuencia de ir sueltas las bridas y pisarlas ... (ver texto completo)