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Mensajes de TURON (Asturias) enviados por José Mel Z..L.:

-El día en que se fue Amelia estaba yo en casa de don Lubencio peleándome con el latín. Lo recuerdo muy bien. Ella fue a la Rectoral a despedirse.
El motivo de vivir de Tomás Chanzaina era reciente, llegado a su corazón por vía de alfaqueque, y así se disponia a esponérselo a Juan Damasceno, que bebía aguardiente de caña cerca de la estufa de carbón. Tomás llevaba aun la carta en las manos y un aleluya en los ojos.
Corria, pues, el amante arroyo arriba, hacia el nidal de pasión, motivo de su vida desde hacía muchos años, tantos como tenían los mellizos Roberto Belarmino y Eliseo (y con esto no se quiere insinuar nada, pues nada se sabía y hasta la misma María Gloria tenía sus dudas). Y este era el motivo de vivir del carpintero de Peñafonte (que en la vida el que no tiene un motivo para vivir se acaba pudriendo de aburrimiento y el corazón se le va encogiendo hasta desecarse y acabar como esas pieles de raposo ... (ver texto completo)
Laureano Bayón, al abrir Tomás la puerta, acerto a ver, desde la penumbra, al enastado Haroldo Fernández, marido de María Gloria, fallándole los basto al arriero Juan Villamanín. Para un buen rato tenía ya el bueno de Haroldo, por lo que Laureano tomó, presto, el Camino de las Moras, hacia el furtivo lecho de amor que ya preparaba, en el pajar, la afable María Gloria.
Había gente, corría bien el vino y a Mauricia Costales se le encendian los carrillos (no sabemos si por el ambiente cargante o por la buena marcha del negocio, que para una viuda joven y hermosa, con hija menor y tío maniático, todos los dividendos son pocos.
Tomás abrio la puerta de la posada de Maura.
Andaba al acecho, espiando o esperando algo.
-Eso, hijo, eso. Callate. Nescit vox missa reverti.
Laureano Bayón, el paciente marido de Constantina del Pino, amante furtivo de la afable Masría Gloria, madre de los mellizos, se ocultaba detras de la higuera para no ser visto por Tomás Chanzaina.
Bigamia es tener una mujer de mas; monogamia... lo mismo.

OSCAR WILDE.
Cuando un hombre se casa por segunda vez, es porque adoraba a su primera mujer.

OSCAR WILDE.
La mejor base para un matrimonio feliz es la mutua incomprension.

OSCAR WILDE.
Se considera matrimonio de conveniencia aquel en que dos personas conviven sin tener puntos de union.

OSCAR WILDE.
La dificultad del matrimonio no es enamorarse de una personalidad, sino vivir con un personaje.

PETER DE VRIES.
Me veo obligado a vivir a gusto de otro.

TERENCIO.
La mujer se casa para entrar en la vida social: el hombre, para salirse de ella.

HIPPOLYTE TAINE.
El matrimonio es como la vida real; un campo de batalla y no un lecho de rosas.

ROBERT LOUIS STEVENSON.
Me preguntas si debes o no casarte; pues, de cualquier cosa que hagas te arrepentiras.

SOFOCLES.
El matrimonio debe ser como el gobierno de un Estado: una serie de acomodamientos.

SAMUEL SMILES.
Una mujer virtuosa gobierna a su marido obedeciendolo.

PUBLILIO SIRO.
Un matrimonio continua unido misntras se ame. Cualquier otra union fuera del amor seria una tirania intolerable y la mas indigna tolerancia.

PERCY BYSSHE SHELLEY.
El matrimonio esta generalizado porque combina el maximo de atencion con el maximo de oportunidad.

GEORGE BERNARD SHAW.
Mejor es casarse que quemarse.

SAN PABLO.
Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.

SAN MATEO.
El matrimonio es una vocacion divina.

SAN JOSEMARIA ESCRIVA DE BALAGUER.
Algunos suben al matrimonio por los peldaños de la honestidad, otros bajaron al mismo por los de la piedad.

SAN AGUSTINN DE HIPONA.
El matrimonio no es tan util para la procreacion debida de los hijos, como para formar la mas feliz y propia sociedad de diverso sexo.

SAN NAGUSTIN DE HIPONA.
Un buen matrimonio seria aquel en que olvidariamos de dia que somos amantes y de noche que somos esposos.

JEAN ROSTAND.
La que nace hermosa, nace casada.

JOHN RAY.
Casate demasiado pronto y te arrepentiras demasido tarde.

THOMAS RANDOLPH.
La mujer que es entregada en matrimonio contra su voluntad a un hombre, es su enemigo.

PLAUTO.
El matrimonio puede ser con frecuencia un lago tormentoso, pero el celibato es casi siempre como una fangosa charca donde abrevan las bestias.

THOMAS PEACOCK.
Ninguna mujer contrae matrimonio por interes: todas tienen la astucia, antes de casarse con un millonario, de enamorarse de el.

CESARE PAVESE,
Si quieres casarte bien, casate con un igual.

OVIDIO.
La edad de casarse llega nucho antes que la de quererse.

FRIEDRICH NIETZSCHE.
El amor gusta mas que el matrimonio, porque las novelas gustan mas que la historia.

FRIEDRICH NIETZSCHE.
El mejor matrimonio seria aquel que reuniese una mujer ciega con un marido sordo.

MICHEEL E. DE MONTAIGNE.
El amor es un juego; el casamiento un negocio.

ALBERTO MORAVIA.
El amor es a menudo fruto del matrimonio.

JEAN-BAPTISTE POQUELIN MOLIERE.
Que en este tiempo no parece justo casar a las hijas mozas contra su propio gusto.

TIRSO DE MOLINA.
-Eso, hijo, eso. Callate. Nescit vox missa reverti.
-Mire, don Lubencio, que con usted no va nada. Primero se me quema Emelinda, tan lozana y complacida que andaba ella entonces, y luego se me va la hija a encerrarse en un convento, y por si fuera poco, me quedo yo aquí solo, con las almorranas chorreándome fastidio y con la pena siempre enrobinándome el alma. Y ne habla usted de Dios. Prefiero morderme la lengua y no caer en la blasfemia.
-Sua cuique sollicitudo, Tomás, o lo que es lo mismo, a nadie le falta un quebraderro de cabeza. Pero Dios te echa de menos y yo también.
El viejo Tomás Chanzaina andaba siempre con pasos cadenciosos, de esos que parece que nunca llegan a ninguna parte. Observó la Ermita de San Roque a un lado, con su pequeño pórtico cobijando sombras y la espadaña rodeada de hierbas (que en Peñafonte crecen hasta en las piedras), con dos esquilones de bronce, pequeños, traidos por el cura Belarmino de la desaparecida Ermita de San Pancracio (que las minas sueltan escombros sin reparar en nada). Su encono hacia la iglesia habia ido en aumento, sobre ... (ver texto completo)
Allá en el arroyo, camino del maiz, con su debil curso, barbotando murmurios, remitida ya la furia de las cascadas de Riofarta, respirando sosiego entre agrimonias dormidas.
Tomás cruzo el puente camino de la posada. Cintilaban los barandales de roble, desnudos de cortezas, trabajados a garlopa por Laureano Bayón, quien, por cierto, escondido andaba por detras de la Ermita (ya se verá el porqué).
-Iría en busca de don Jacinto.
-Parece que es pulmonía. La partera la está curando con escaramujos silvestres y acebo hervido, pero el mal no se da la vuelta. Vi a Rufo salir a caballo hacia el camino de El Valle.
¿Sabes algo de Clara, la de Praxedes?
Cuando Tomás abrio el cuarterón de la puerta para irse, la niebla se estaba esfumando y en la humedad de las piedras se reflejaba el espectro de la luna, que asomaba despacio, con toda su luz cenicienta y su melancolia a cuestas, por detras de la Peña del Cuervo, plagando de fábulas los corazones.
-Como ves, Felicia, Dios también se equivoca, si no, mira cuando dejo a mi Emelinda arder entre los carrascos. Dime si eso no fue una equivocación. Y con Amelia también desaceretó y ahora rectifica, que de sabios es rectificar y Dios debe andar bien de sabiduría, pues este mundo, aunque tiene sus carencias, la verdad es que no lo maneja cualquiera.
-Ay, hija mía del alma, que del cuerpo no lo fuiste porque no lo quiso Dios, ni Santa Lucia tampoco, que mantuvo mis ojos bien abiertos, que si por tu padre hubiera sido (aquí está con cara de cutral castrado) preñada me hubiera dejado al menor descuido cuando andábamos los dos triscando la hierba en la tenada del abuelo Cosme, que en paz descanse. Que tú, Tomás, siempre tuviste la sangre calentada por el diablo hasta que la pobre Emelinda te sofocó la mala querencia.