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Mensajes de TURON (Asturias) enviados por José Mel Z..L.:

El viejo Tomás, con labios y ojos endulzorados, por el jerez de la viuda unos, por la noticia los otros, le soltó la nueva a su prima Frlicia. Lo hizo con cierto aire de venganza, no en vano la vieja le había reprochado simpre su falta de coformidad con la santa decisión de su ahijada.
Amelia convalecía entonces de unas fiebres pasajeras que a menudo atacaban a las mujeres de su condición (quien sabe si se trata de una gracia del destino para que, postergado su cuerpo, su ánimo tome de nuevo aliento). La hija de Tomás Chanzaina, superada la enfermedad, pasó varios días untando su cuerpo con leche de Islandia, tratando su cabello con brillantina de la India (para recuperar su color de juventud) y tomando baños a base de mezclas de pensamiento, hojas de nochizo y rizoma de saponaria. ... (ver texto completo)
Ignorante de la suerte de su hija entró Tomás Chanzaina en la casa de la beata María Felicia quien renovaba el aceite de las candelarias en su pequeño santuario de cartón, presidido por San Roque, con el perro fiel que le lamió las llagas, patrón de Pañafonte, protector contra las pestes, las plagas, epidemias y otros desmaños del cielo, y donde tambien ocupaba un lugar preferente San Antonio, el más prodogioso y milagrero de los santos, hallador de cosas perdidas. También estaba por allí el robusto ... (ver texto completo)
Amelia convalecía entonces de unas fiebres pasajeras que a menudo atacaban a las mujeres de su condición (quien sabe si se trata de una gracia del destino para que, postergado su cuerpo, su ánimo tome de nuevo aliento). La hija de Tomás Chanzaina, superada la enfermedad, pasó varios días untando su cuerpo con leche de Islandia, tratando su cabello con brillantina de la India (para recuperar su color de juventud) y tomando baños a base de mezclas de pensamiento, hojas de nochizo y rizoma de saponaria. ... (ver texto completo)
El día en que Amelia decidio escribirle a su padre llovía desconsoladamente sobre las calles y los tejados de la ciudad, como lo hacia en Peñafonte cuando el cielo se trastornaba y no respetaba días ni noches, inviernos ni veranos, soltando sobre la tierra sin clemencia ni cesación toda el agua del mundo, que desbastaba murias y caminos, provocaba el desenfreno en los regatos y aumentaba reumas y arrugas en las gentes, que sufrían el diluvio inicuo encogidos junto al fuego del hogar.
El viejo Tomás Chanzaina (momento es ya de decirlo) no sabía que su hija Amelia hacia ya muchos años que no vivía en el Convento de las Hemanas de la Caridad, donde sólo habia pasado dos años de novicia. Amelia desatendio las reglas de la casa y se fue del brazo de un señor arrogante, benefactor del Convento, que tuvo la mala ocurrencia de morirse sin haberla hecho su mujer. Su apellido era Bermúdez y fue uno de aquellos ex emigrantes de América que al comienzo de la Dictadura se prestaron (con algo ... (ver texto completo)
Mientras la viuda Dulce Nombre de María, atendiendo las dicciones de su instinto, prendia prendia la candela de San Roque, el viejo Tomás Chanzaina llegaba a la casa de su prima María Felicia, pasado el puente de la Ermita, frente a la casa de Rufo Fernández.
Dulce se dispuso a escuchar, sentada en la mecedora de mimbre, mirando fijamente hacia las tapias de hiedra.
-Recuerda, dulce mujer, aquella noche de lluvia y desaliento en que vacilaba tiritona la llama de la candela del santo sobre la chimenea y que tú apagaste de un soplido por entender quizá que extinguido el objeto de tu amor la llama ya no tenia ningun sentido. Al hacerlo, despertaste lóbregos presagios en el cielo y en la tierra y un tropel de xanas (que son las incontinencias del alma) abarrotaron en aquel instante castañeros y pinares, extendiendo sus babosos rostros de desamor por hulleras y rocallas ... (ver texto completo)
El amor es a menudo fruto del matrimonio.

JEAN-BAPTISTE POQUELIN MOLIERE.
El matrimonio a decir verdad, es un mal; pero un mal necesareo.

MENANDRO DE ATENAS.
Un matrimonio feliz, es una larga conversacion que siempre parece demasiado corta.

ANDRE MOUROIS.
Un matrimonio exitoso es un edficio que se debe reconstruir diariamente.

ANDRE MAUROIS.
Es mejor ser infeliz en el amor que infeliz en el matrimonio, pero algunas personas logran las dos cosas.

GUY DE MAUPASSANT.
El matrimonio es la principal causa de divorcio.

GROUCHO MARX.
El enamoramiento es el peor consejero del matrimonio.

GREGORIO MARAÑON.
Los mejores entre vosotros son los que tratan mejor a sus esposas.

MAHOMA.
No hay mas hermosa, amable y encantadora relacion para la comunidad que un buen matrimonio.

MARTIN LUTERO.
De lo que nadie se ha arrepentido es de haberse acostumbrado a madrugar y de haberse casado joven.

MARTIN LUTERO.
Si te casas para adquirir mayor consideracion, no establezcas excesivas familiaridades con tu mujer.

RAIMUNDO LULIO.
El amor es ciego, pero el matrimonio le restaura la vista.

GEORGE CHRISTOPH LICHTENBERG.
El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frio.

GEORGE CHRISTOPH LICHTENBERG.
El amor es fisica; el matrimonio es quimica.

GIACOMO LEOPARDI.
El que tiene buena mujer es estimado por dichoso en tenerla y por virtuoso en haberla merecido tener.

FRAY LUIS DE LEON.
Si te casas lo lamentaras. Si no te casas, tambien lo lamentaras.

SÖREN KIERKEGAARD.
Se llama matrimonio de conveniencia al que se celebra entre personas que no se convienen mutuamente.

ALPHONSE KARR.
El matrimonio es la comunion de vida. Es la casa. Es el trabajo. Es el cuidado de los hijos. Es tambien alegria y esparcimiento comunes.

JUAN PABLO II.
No hay que elegir por esposa sino aquella que elegiriamos como amigo si fuese hombre.

JOSEPH JOUBERT.
Ordinariamente, el hombre que se casa solo por amor es una persona de debil caracter.

SAMUEL JOHNSON.
El matrimonio es el tormento de uno, la felicidad de dos, los conflictos y la enemistad de tres.

WASHINGTON IRVING.
No hay cuesta, por pedregosa que sea, que no puedan subirla dos juntos.

HENRIK JOHAN IBSEN.
Antes del matrimonio se considera el amor teoricamente; en el matrimonio se pasa a la practica. Ahora bien, todos saben que las teorias no siempre concuerdan con la practica.

HENRIK JOHAN IBSEN.
Dulce se dispuso a escuchar, sentada en la mecedora de mimbre, mirando fijamente hacia las tapias de hiedra.
Hablaba en alta voz (como lo hacemos todos cuando, metidos tanto en nosotros mismos, perdemos el sentido de lo que nos rodea y hasta puede que en ocasiones dejemos de respirar, pues, en ese estado, el aire se torna inútil, como la llama de una candela en medio de la tormenta, y el sentimiento parece no necesitar alientos materiales para sostenerse y sostenernos, ya que sostenidos estamos por él en los momentos en que nuestras palabras surgen como quejas y son respondidas por ánimas que flotan en ... (ver texto completo)
-Debí luchar mucho más por ese amor.
Dulce Nombre tomó otro trago de jerez, esta vez directamente de la botella. Pensaba en como a veces la soledad construye historias demasiado insoportables.
-No me conozco más que de una manera y sin embargo, cada vez que me ocurre algo especial, siento que alguna vez, en alguna otra parte, he sido indudablemente otra.
La niebla se despejaba por momentos y la luna, parecía tejer sobre la noche retales de algodón.
La viuda levantó el aldabón de la puerta del patio.
-Estaré encantada.
-Estoy seguro de que seréis amigas. Ella necesitará de alguien que le enseñe las cosas del mundo después de tantos años encerrada tras los muros de ese maldito Convento.
-Vaya con Dios.
-Voy a llevar la noticia a mi prima Felicia. Es su madrina y debe saberlo. Luego me iré a la posada de Maura a celebrarlo.
La estulticia de la luna colocó, a través del aljimez de la sala (que de todo tenía aquella vetusta casa) una sonrisa amilanada sobre el rostro, lívido, de la viuda Dulce Nombre de María.
-Que sea para bien y que el Dios que un día te la quitó la retenga ahora junto a tu lado para siempre.
Dulce Nombre sentía deseos de gritarle a aquel hombre bueno su angustia, que seguro entenderia, de suplicarle que aplacara su alegranza por la vuelta de su hija pródiga, pues bajo la soledad de aquellos muros historiados habia una pena propia que podía más que todas las alegrías ajenas, pero no fue capaz de ello y brindó con Tomás por la vuelta de Amelia, a quien imaginaba, pues jamás la habia visto, con ojos de mermelada y mirada atónita, siempre acomodando mantos de imágenes santas (cosas de la ... (ver texto completo)
En realidad Dulce Nombre no esperaba un hijo, simplemente lo llevaba dentro, pues la espera suele ser resignación y la esperanza consuelo y su ánimo andaba amotinado y sus ahogos conmovían sus cimientos. La preñez descubierta le aumentó las arrugas del alma, que ya eran muchas desde que la luna comenzara a cambiar de postura sin motivo aparente.
Tomás Chanzaina, con buenaventurados aires, apuraba la copa de jerez quina, mientras Dulce imaginaba en las alharacas del viejo a su añorado padre, marinero que lo fue desde que se trazara la línea azul y verde del orizonte (para ella su padre y el mar habian nacido al mismo tiempo) y que ahora reposaría sus reumas acurrucado junto a un fogón, con la salitre preservándole los recuerdos, lejos de las moliendas de su hija.
En realidad Dulce Nombre no esperaba un hijo, simplemente lo llevaba dentro, pues la espera suele ser resignación y la esperanza consuelo y su ánimo andaba amotinado y sus ahogos conmovían sus cimientos. La preñez descubierta le aumentó las arrugas del alma, que ya eran muchas desde que la luna comenzara a cambiar de postura sin motivo aparente.
La viuda de Lázaro Alonso, Dulce Nombre de María, esperaba un hijo de Juan Damasceno, fresco aún el casamiento de éste con Clara Luz (postrada en cama con pulmonia desde el mismo día que siguió a la boda, nadie en el pueblo sabia el porqué, pues nadie, excepto su marido, conoció el llanto pertinaz del cielo cayendo sobre ella sin misericordia en su noche de boda y desaliento).
A la viuda Dulce le gustaba charlar con el viejo Tomás cuando éste venia a traerle las compotas, los tarros de mermelada de pernigón o los cuencos de sidra dulce. La viuda le sacaba a Tomás la botella de jerez quina La Enfermera, esa que a ella le endulzaba las penas y hacia que a Juan le parecieran sus besos demasiado almibarados. Pero ahora no se trataba de endulzar penas sino de resaltar alegrias, pues alegria, y grande, era lo que aquel hombre venia a compartir precisamente en una noche que el ... (ver texto completo)
-Hoy Dulce, ha cambiado el rumbo de mis afanes. Llegó la carta de Amelia que durante tantos años estuve esperando. Deja el Convento y se viene al pueblo, de donde nunca debió salir, pero el cielo a veces nos engaña y, con la ayuda de algunos clerigos sin corazon, nos ofusca los pensamientos, como le pasó a ella, que se cegó de credulidad y me dejó aquí solo, con las almorranas sangrandome sin otro fundamento que el de la soledad y la desesperanza, pues a medida que uno envejece se le van relacionando ... (ver texto completo)
Sobre el patio se dilataban los contornos del tilo.
No dejaba la niebla de embadurnarlo todo de falso blanco.