Cada acto de su vida parecia ir encaminado a aplastar ese recuerdo que azotaba la sobrehaz de su alma. Pero, a la vez, Juan, buscaba, quizá sin saberlo, la huella de su infancia en cada paso que daba (que de contradicciones está hecha la sustancia del hombre y, dicen algunos, que nuestra existencia la llevamos en forma de doble actitud, pues es muy poco aquello de nosotros que controlamos y mucho lo que mediante urgencias o sorpresas vamos edescubriendo cada dia), que Juan Damasceno, cuanto más buscaba esa huella más la enterraba, pues andaba ya enredada, como lúpulo gigante, en lo mas profundo de su existencia.
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