Muchas gracias Miguel por tus palabras que las agradezco con franqueza. Aunque considero mi carácter extrovertido, tengo un porcentaje de timidez que hace que me ruboricen un poco tus palabras, ya que mi intención nunca es la de resaltar por nada y si respetar mucho a las personas encontrándome más cómodo dentro del grupo opinando con naturalidad desde mi ángulo de visión y no desde la verdad absoluta, que como todos sabemos no existe y si es un error que muchas personas creen y practican, quizás porque no han sabido dominar su vanidad y la vanidad es un enemigo de tendencia muy posesiva y absorbente. La vanidad es un ejercicio que no es nada fácil dominar y controlar, se logra a base de las reflexiones que los fracasos te dejan. Para mí esa es la grandeza de los fracasos, que te bajan de los pedestales que como humanos a veces nos creemos y te dan éstos toques que te hacen madurar y aprender a respetar y convivir con los demás, los fracasos son mi religión. Cuando los padeces hay que afrontarlos muy de frente y positivarlos, extrayendo esas interpretaciones con los que la mayoría suelen venir acompañados. Claro que esas lecciones no están a la vista y no son fáciles de detectar, por ello con sencillez hay que buscarlas, en lugar de tomar el camino fácil de lamentarse o mirar para otro lado sin aprender nada de la oportunidad del fracaso.
Mis vivencias trato de expresarlas con naturalidad y espontaneidad, como sabes no son una excepción, en la época hay muchos “culebrones” que darían para guiones de éxito en los tiempos actuales. No lo considero ni malo, ni bueno, ni se trata de dar pena con ello, simplemente lo que me ha tocado vivir, como a cada uno, y lo hemos ido sorteando de la mejor manera posible estando al día de hoy muy satisfecho del resultado, pues dispongo de un trabajo que me gusta, una familia con mi pareja femenina que formamos un buen tándem y un par de hijos chica y chico con 24 y 22 años que están formándose de manera progresiva, en lo material tampoco nos podemos quejar, ¡ah! Y aprendiendo día a día.
La gran ciudad me gusta y mucho. Reconozco, como todos sabéis, que soy de pueblo, pero me gusta más el asfalto que el campo, cuando debería ser lo contrario, pero mis tendencias han salido así “chico raro”. Me siento muy cómodo en Madrid con sus pros y contras, me tira la gran variedad que tenemos y el anonimato con el que permanecemos. Llevo en Madrid 38 años y me sigue gustando, sus calles son un encanto descubriendo siempre detalles nuevos.
Mis opiniones sobre las mujeres de mi infancia me salen del alma, porque presencie escenas que los hombres practicaban sobre las mujeres, que yo entonces no alcanzaba a comprender, sobre el desprecio en el trato y la sumisión obligada, permaneciendo por mi parte callado e inmóvil. Con la reflexión de la madurez he ido desgranando el meritorio papel de ellas en ese entorno tan desproporcionado y que con su mayor inteligencia han ido moldeando de forma lenta pero sin pausa para equilibrar la situación con su opositor masculino.
Me ha encantado tu expresión sobre como a veces: “los pequeños detalles se pueden convertir en gigantes gestos”, totalmente de acuerdo, me apunto tu frase para copiarla.
Por último Miguel decirte, sin ánimo de devolverte el cumplido, que te expresas muy bien, tiene buena soltura de verbo y además afinas muy bien en tus sensaciones sobre el perfil de los personajes que por aquí pirulamos, no nos conocemos y extraes conclusiones por la forma de expresarnos, eso dice mucho a tu favor como observador de tu entorno. Sabes que eres el que nos retroalimentas con tus empujes, porque a veces nos quedamos un poco “secos”, bien coño bien. Lo tuyo tiene mucho merito con ese interés mesurado por los origines de tu padre, sigue así y pregunta de Bielva lo que quieras que algún noble de Bielva lo ira respondiendo.
Un abrazo y sigue así, rebelde y curioso.
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