Aún retengo en la memoria mis primeras visitas a Palencia. Acostumbrada al esmeralda de las cumbres y al perla del cielo encapotado que presenta mi tierra el dorado de las espigas al sol me resultaba cansino y monótono. Fue en esta aparente quietud campestre donde comencé a enamorarme del entorno; tanto, que he acabado siendo una de esos habitantes estivales que aprovechan las visitas para reconstruir con mucho sudor y esfuerzo económico una ruinosa casa de paredes de adobe que los brazos no abarcan. ... (ver texto completo)
cada dia entro en el foro para ver si vuelvo a deleitarme con algo lindo y q merece lapena saludos