Estaba ausente. Su mirada perdida en el horizonte apenas era capaz de percibir lo que sucedía en torno a él. A su lado, "Chispa" no dejaba de juguetear tratando de que alguien le hiciera algo de caso. Pero nada. De repente ella bajó su mirada y se encontró con la mimosa mirada de su perro que ahora más que nunca retozaba de alegría. Le acarició, jugueteó con él un rato y de nuevo su mirada volvió perderse en aquel horizonte que comenzaba a perderse con la caida de la tarde.
Marian no se inmutó. Miró a Chispa y le hizo una seña para que la siguiera. Entre risas, ladridos y saltos de alegría, el can y su dueña se vieron envueltos por la sombra del viejo castillete. Algunos, decian con sorna, que era como el guardián del valle, otros que guardaba en su interior miles de historias y los mas realistas, aseguraban que de cualquier manera, sería siempre el triste recuerdo de lo que había representado en otro tiempo. Fuera como fuera, lo cierto es que Marian permanecía absorta en su contemplación como esperando que el gigante de hierro cobrase vida.
En el fondo del valle, las chimeneas anunciaban que la hora de cenar se iba acercando en medio de un silencio sepulcral. Marian se imaginaba algo muy distinto, risas, canticos, gritos... Bullicio en fin, del mismo modo que sucedia algunos años antes, cuando Mary Quant ponia de moda la minifalda, cuando Tom Jones, le preguntaba a Dalila donde iba, cuando Manolo y Ramón buscaban una chica que fuera mas bonita que ninguna o cuando Juan Pardo le prometia al abuelo encontrar a Anduriña, mientras que los Brincos bailaban cada noche muy pegaditos a su Lola y los Diablos les despertaban con un Rayo de Sol. Al menos eso era lo que le contaron y su mente no dejaba de vagar entre las palabras y recuerdos que siendo niña, sus padres y hermanos le habian relatado Su mirada no dejaba de escudriñar cada rincón del viejo castillete. Se había dejado llevar y estaba en otro mundo.
Los primeros rayos de sol acariciaron la enmarañada melena de Marian filtrándose a través del amplio ventanal de su habitación. Soñolienta, sin demasiadas ganas de despertar del todo, miró hacia el exterior. "Bonita mañana" pensó. En una esquina, acurrucado en su cesta, Chispa observaba como su dueña se desperezaba para a continuación, a medio vestir, encaminarse hacia la ducha.
Le habían contado muchas veces como se duchaban los mineros, le habian hablado de su rudo lenguaje, de su valor y rebeldía, pero ella se había formado su propia opinión de todo ello. Ahora despues de algunos años tendría la oportunidad, en tiempo real, de contrastarla.
De nuevo el horizonte. De nuevo su mirada perdida. Otra vez el sol, las nubes y la niebla. Y en medio de todo, el viejo castillete igual que un contador de historias, le revela a Marian la triste realidad.
"Nada queda ya" Le dice a la muchacha con tono vehemente. "No busques más, mantén dentro de ti todos esos recuerdos, no los olvides nunca, pero la realidad es esta"
Chispa, convertido en espectador privilegiado del momento decidió que a Marian no se le podia escapar una sola lágrima de decepción. Corrió a su lado, saltó y ladró del modo más alegre que sabía tratando de arrancarle una sonrisa sin lograrlo. Los dos se alejaron cabizbajos, invadidos por la decepción y la tristeza de no haber podido vivir la realidad de todo aquel mundo de recuerdos.
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