Varios ensayos recientemente llegados a las librerías coinciden en denunciar el declive de las humanidades en nuestra sociedad y, en particular, en el ámbito universitario. En Adéu a la Universitat, el profesor Jordi Llovet alerta sobre las deficiencias de la educación secundaria, cuyos alumnos llegan a la universidad con “un desconocimiento casi absoluto de las lenguas clásicas, también de las modernas, incluida la de sus padres, por escrito y oralmente...”. Yseñala lomuydifícil que resulta subsanar después estas carencias en una universidad en la que retroceden sistemáticamente los estudios de filosofía, historia y lenguas, y sobre todo estos últimos, con frecuencia orientados de modo en exceso pragmático, con vistas a la obtención de un título antes que a la suma de conocimientos. En una línea similar, la norteamericana Martha Nussbaum, autora de Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, nos recuerda que “la salud de la democracia requiere pensamiento crítico, comprensión de la historia del mundo y cultivo de nuestra capacidad imaginativa, y eso lo dan las humanidades”. En suma, las humanidades no sólo son necesarias por el aporte de saberes sobre las inquietudes y logros del género humano a lo largo de su historia, sino también como herramientas cuyo dominio nos asegura la forja de un buen criterio ... (ver texto completo)