Coloreada estación de ida y vuelta, en la que nadie se va ni espera. No hay maletas, no hay gente, ni de Bembibre ni de otras partes. Todo vacío. Ni bancos para sentarse, salvo en los peldaños de la escalera. Parece que nadie quiere irse o tal vez los que quisieron, ya se fueron, y regresar... ya se lo pensarán.