Clara Campoamor
La Asociación Clara Campoamor fue fundada en 1985 por un grupo de mujeres del movimiento feminista, por la necesidad imperante de defender los DERECHOS DE LA MUJER ante una continua transgresión de los mismos, tanto en el mundo laboral y profesional, sanitario, cultural o familiar, como por la indefensión de la mujer víctima de delitos sexuales y agresiones.
En este duro y laborioso caminar de la Asociación durante estos 18 años, el trabajo ha sido arduo, pero mantenemos la esperanza de que nuestro afán y perseverancia serán gratificados y redundarán en beneficio de las mujeres. Hemos sido parte activa, junto a otros colectivos, de los avances alcanzados para la creacón de una sociedad de bienestar en igualdad de condiciones, sin discriminación por razón de sexo.
Y pese a haber avanzado en el camino correcto en la igualdad jurídica, pensamos que los resultados no son del todo satisfactorios, sobre todo, en lo referente a la violencia sexual y violaciones que se ejercen contra la mujer con índices, todavía hoy, extremadamente altos.
Clara Campoamor nació en Madrid un 12 de febrero de 1888. Tras realizar diversos oficios, entre ellos el de telefonista, obtuvo en 1924 el título en Derecho por la Universidad de Madrid.
Se incorpora al Partido Radical en 1929. Dos años más tarde, es elegida por el pueblo de Madrid para ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados de la II República. Se destacó como diputada, principalmente por la defensa que hizo de los derechos de la mujer. Introdujo en el Parlamento la Ley de Derechos del Niño, además de participar en la elaboración y defensa de la Ley del Divorcio. Al fin, el 31 de octubre de 1931, consiguió que en este país se dé por incluida y para siempre la igualdad de derechos electorales del hombre y de la mujer. Así quedó plasmado en la Constitución republicana de ese mismo año.
En la defensa del voto femenino es abandonada por su propio partido, contando sólo con el apoyo del Partido Socialista Obrero Español, que en todo momento votó solidariamente con la causa de la mujer, con la de Clara Campoamor, en los artículos por ella presentados.
Más tarde, en 1936, escribió un libro recordando esos momentos, con gran amargura y soledad política, que ella misma dió en llamar: "Mi pecado mortal, el voto femenino y yo".
En 1936, parte al exilio estableciéndose en Buenos Aires y terminando sus días el 30 de abril de 1972 en Lausanne (Suiza).
Nunca más pudo volver a su país; doce años de cárcel le aguardaban en España.
CIUDADANA ANTES QUE MUJER, MUJER ANTES QUE REPUBLICANA.
Un largo centenario nos separa de ti, pero sólo es el tiempo no las ideas, no tu proyecto político, porque tus ideas siguen siendo las ideas de muchas feministas y tu proyecto sigue siendo nuestro proyecto.
Naces en Madrid, un 12 de febrero de 1888 y cómo no, en un barrio popular como otro cualquiera. Naciste e iniciaste tu infancia a la vez que el resurgimiento, o más exacto sería, el nacimiento del movimiento feminista en España, del que tenemos como dato histórico e irrefutable el congreso Hispano-Luso que se celebra en Madrid, en tu ciudad, en 1892.
De este congreso surgen dos mujeres, dos feminismos distintos y diferenciados, como ellas mismas: EMILIA PARDO BAZAN Y CONCEPCIÓN ARENAL. Será esta última a quien estudias con intensidad y haces de su vida y de su idea la bandera que enarbolarás a lo largo de tu trayectoria política.
Te presentas a las elecciones al Parlamento de la República, encabezando la lista por Madrid del Partido Radical Republicano. Lo haces con un programa de gobierno basado, principalmente, en lo que el movimiento feminista, que liderabas en aquel momento, reivindicaba.
· DERECHO AL VOTO FEMENINO.
· DERECHO DE LA MUJER A DECIDIR SOBRE SU MATERNIDAD.
· LEY DE DIVORCIO.
· LA LEY DEL DERECHO DEL NIÑO Y DE LA NIÑA.
Se te presenta, una vez elegida, y con los resultados electorales que ni el más optimista del Partido Radical Republicano soñó, la ocasión de ser nombrada como miembro de la Comisión Redactora de la Constitución Republicana. Desde esta plataforma, desde tu condición de mujer y desde tu lealtad al ciudadano/a que creyó en tu proyecto y te dio su voto, es desde donde aprovechas para elevar esos derechos a la máxima, que es el Derecho Constitucional.
El 1 de octubre de 1931, recordado hoy 72 años después, tu trabajo parlamentario dirige a buen puerto la conquista e igualdad de la libertad de las mujeres que representabas. Y a través de tu esfuerzo parlamentario y de la defensa que hiciste tenaz, brillante e inteligente, voto a voto ganaste voluntades.
El movimiento feminista estaba contigo, tu tenacidad arrastró en su camino a los socialistas, pero en el momento de defender el voto femenino, fue tu propio partido quien te echó de sus filas. Sólo el movimiento feminista madrileño se mantuvo, junto con los socialistas, a tu lado, apoyando unas desde la calle, otros desde los escaños y así, voto a voto conseguiste dar el primer paso de tu ambicioso programa electoral.
Muchos políticos/as han muerto olvidados/as y marginados/as en el exilio al que fueron sometidos/as por la Dictadura. Vivieron la tragedia de un país que ya no era el suyo, no les fue reconocido ningún derecho, excepto el de ingresar en las cárceles o acudir ante un pelotón de fusilamiento y todo esto nos lo cuenta la historia, historia que no podemos olvidar. Pero lo que no nos dice es qué pasó con la mujer, con la republicana, con la feminista que, siendo leal a sus ideas, a sus principios y a su programa luchó para declarar constitucional el derecho de la mujer a su dignidad. No se nos relata la marginación y el abandono que el propio gobierno de la República en el exilio hace a una mujer, a ti CLARA CAMPOAMOR.
Ya en 1936, cinco años después de este primero de octubre escribes un libro con el mismo realismo que imprimiste a tu vida política: “Mi pecado mortal, el voto femenino y yo”.
Las mujeres de la Asociación Clara Campoamor tenemos que decirte, yo te digo CLARA CAMPOAMOR, que tu pecado mortal fue mi pecado mortal, el pecado mortal de tantas y tantas mujeres y el pecado mortal de tantas y tantas demócratas: LA LIBERTAD... NUESTRA LIBERTAD.
Tengo que contarte CLARA CAMPOAMOR:
Que la Dictadura acabó con la República, reprimió la cultura, paralizó el progreso, anuló nuestras esperanzas... tus esperanzas. Pero no acabó con tu obra: EL VOTO FEMENINO.
Un día de primavera, el 15 de junio de 1977, a las seis de la mañana, las mujeres demócratas de este país con compromiso político, salíamos de nuestras casas en dirección a los colegios electorales, donde nos esperaba, por primer vez, la responsabilidad de velar por los intereses electorales del partido que en las diferentes mesas representábamos.
Y además, votamos, CLARA CAMPOAMOR.
Puedo asegurarte que en mi mesa, situada en una escuela cualquiera de mi querida y tu siempre amada Euskadi, VOTARON MUJERES, MUCHAS MUJERES. Unas con preparación política, otras con menos, recuerda que acabábamos de dejar atrás una Dictadura. Algunas mujeres mayores, muy mayores, se acercaban a interventores/as y nos decían: “Mi marido era rojo y lo fusilaron. ¿Saben Ustedes cuál era ese partido por el que él murió? Porque yo no entiendo de esas cosas, él no me contaba nada, pero votando a su partido le voto a él”.
Hubo momentos en que la emoción nos pudo, pero amén de innumerables anécdotas que nos sucedieron, te garantizo que la mujer votó como tú querías y votó en libertad, como tú defendías. No pudiste saber los resultados; habías muerto escasos años antes en el exilio, olvidada y abandonada por todos/as, aquellos/as que tenían que haber sido tu apoyo, tu familia. Porque la política, como tú la entendías, une en familias leales y entrañables a cada uno y a cada una.
Puedo decirte que, después de cuarenta años de Dictadura, terror y miedo, desde el desconocimiento y la incultura política en que nos encontrábamos en ese 15 de junio de 1977, votamos el 90% de las mujeres, frente a un 80 % de hombres.
Te puedo decir que las mujeres fuimos protagonistas del inicio de la Democracia, hoy finalmente asentada. Fuimos protagonistas también del fin de las dos Españas, que es lo mismo que decir de la única España, la de los hombres y mujeres con derecho a votar en igualdad y libertad.
Por ello, LA PAZ, LA LIBERTAD, LA DEMOCRACIA son un bien que se nos dio en ese día, un bien posible por un pecado mortal cometido el 1 de octubre de 1931: EL VOTO FEMENINO Y TÚ.
Como anunciaste en ese día, 1 de octubre de 1931, en el Congreso de los Diputados, tras tu triunfo parlamentario: “Yo sólo he puesto la semilla, otras mujeres vendrán...”.
... (ver texto completo)