A las compañías de telefonía y de electricidad alguien debería llamarles la atención muy seriamente, no solo por las deficiencias del servicio y lo caro que lo cobran, también por ser los responsables de afear y, en no pocos casos, deteriorar
fachadas monumentales o históricas. Las autoridades locales deben ocuparse decididamente de estas cuestiones, es su obligación velar por el patrimonio heredado, conservarlo y acrecentarlo; mucho más, en una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.