Cuando
paseo por los
pueblos de nuestra provincia
casas con portalillo, aunque sean algo distintos a la mayoría de los que quedan, se me alegra el corazón al recordar tiempos, cuando siendo aun niño visitaba a mis abuelos en
verano y el portalillo de su
casa era lugar de
juegos y encuentros entre los primos y
amigos que a la hora de la
siesta jugábamos a las cartas. También, cuando a la caída de la tarde, en los poyos que lo franqueaban se reunía la tertulia de vecinos y familiares, en ocasiones
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